Cada día llegan al mundo aproximadamente 300.000 nuevas vidas. Bebés que el día de mañana serán grandes arquitectas, bailarines, doctoras, incluso dirigentes del planeta. Bebés que desde el quinto mes de embarazo ya tienen asignado un sexo, incluso un nombre y así será para siempre.
Lo que muchos no saben es que un porcentaje de ellos no se sentirá identificadoo con su sexo asignado al nacer pero… ¿qué quiere decir esto de que no se sentirán identificados con su sexo asignado al nacer?
Significa que la Naturaleza es así de libre y aunque nos hayan enseñado que existe una única forma o manera correcta de ser hombre o de ser mujer, existen muchas más. Como, por ejemplo, la transexualidad.
Si alguien nos preguntara qué vemos en este bebé, si vemos un niño o si vemos una niña… La mayoría diríamos que vemos un niño, pero si tuviéramos la oportunidad de preguntarle más adelante… ¿Sabéis qué nos diría? ¡Que es una niña! Una niña a la que se le asignó un sexo masculino al nacer por el aspecto de sus genitales. Una niña que tiene un nombre y un sexo legal con los que ella no se identifica.
Es cierto que sus genitales no son los que esperaríamos pero son los que tiene y eso no le hace ser menos niña que las demás.
Según la Academia Americana de Pediatría, una criatura tiene conocimiento de ser niño o niña durante su primer año de vida y su identidad de género es estable a la edad de 4 años, y ya sabrá que será niño o niña para siempre.
A muchos, estas diferencias les asustan, ¿ y sabéis por qué? Porque chocan con lo que hasta ahora habíamos interiorizado como verdades absolutas, verdades absolutas que no incluían la transexualidad como una realidad. Siempre ha existido pero hasta ahora nunca nadie nos había hablado de ella. No es algo de lo que se hable en el cole, en la universidad, con la familia, ni siquiera con las amistades.
Y ¿qué pasa cuando no se habla de algo? Pues que no existe.
La realidad es que sí que existen los niños y niñas transexuales.
Ideas preconcebidas sobre la transexualidad
Una de las ideas preconcebidas más comunes es que la transexualidad es una enfermedad que se puede curar. A esto se aferran muchas familias, y es lógico, ya que la enfermedad produce empatía con la sociedad. El colegio, los amigos, la familia se vuelcan cuando dices que tu hijo está enfermo pero no cuando dices que tu hijo es transexual.
Otra de las ideas preconcebidas sobre la transexualidad es que es una consecuencia de la educación recibida en casa, de una educación permisiva, llegando a oír cosas como: “Si yo fuera su padre esto nunca le habría pasado a este pobre niño”, “pero no tienes más que ver a su madre, el niño la imita”, “siempre le dejaron jugar con lo que quería, incluso muñecas”, “si yo fuera su madre…”-
Las personas que dicen estas cosas tienden a pensar que las cosas les pasan a otros y, por supuesto, nunca les pasarían a ellos ni a nadie de su familia. La identidad no se cura, ni se moldea, no se puede obligar a nadie a ser quien no es.
Por último, otra de las ideas preconcebidas que tenemos acerca de la transexualidad es que es algo de adultos. ¡Y claro que es algo de adultos! ¿O es que nos olvidamos de que estos adultos fueron niños?
Adultos que lucharon por ser y comportarse como los hombres y mujeres que les decían que eran. Trataron de cumplir con las expectativas que la sociedad tenía para ellos por el hecho de ser hombres y mujeres. Lo intentaron pero no pudieron luchar contra la naturaleza de quienes eran en realidad.
A pesar de la información que ya existe hoy sobre este tema, siguen existiendo muchos prejuicios y rechazo. Rechazo que viven muchos niños y niñas trans todos los días, por lo que el simple hecho de ir al colegio se convierte en un acto de valentía. Todo esto es consecuencia de falta de información, de ideas preconcebidas y quizás me atrevería a decir que también consecuencia directa de la educación.
Estos niños son parte de nuestra realidad. Niños y niñas a quienes se niega una identidad legal consecuente con su identidad real, poniéndoles en evidencia en cada acto cotidiano de su vida.
Entender que la transexualidad no es una opción ni una forma de vida, ni un capricho, sino simplemente una forma más de la diversidad humana es algo obligatorio si queremos que nuestros hijos crezcan libres de prejuicios e ideas preconcebidas.
¿Qué está en nuestra mano hacer?
Lo que está en nuestra mano hacer no es otra cosa que intentar ponernos en su piel, callando aunque sea solo por un momento nuestras verdades absolutas y dando así una oportunidad a nuestra intuición y a nuestro corazón. La experiencia y el sentido común nos dicen que no podemos cambiar la naturaleza de quiénes son estos niños y niñas, y la realidad es que vivimos en una sociedad que muchas veces no tiene una mirada amable hacia ellos.
Quizás ponernos en su piel hará que podamos cambiar algo tan sencillo como nuestra mirada hacia la transexualidad y empezar a verla como lo que es: una forma más de la diversidad humana.
Con este pequeño gesto que no es más que empatía, contribuiréis a que la historia de muchas personas se escriba de otra manera y comprenderéis que evitar el sufrimiento de uno solo de estos niños es evitar el sufrimiento de la humanidad entera.
Las mamás y los papás debemos recordar que una de las herramientas más poderosas que existen en el proceso de aprendizaje infantil es el ejemplo que dan con su propia conducta.
¡Leed todo lo que podáis sobre género e infancia! Es importante saber que la identidad de género es quien uno es, es decir, si nos sentimos hombres o mujeres, independientemente de nuestros genitales, y otra muy distinta es la expresión de género, que es la forma que tenemos de mostrarnos al mundo.
Que tu hijo o tu hija se exprese de una manera diferente a lo que esperábamos no significa que sea un niño o una niña trans, significa simplemente que su expresión de género es diversa. Escuchad a vuestro/a hijo/a por muy pequeño que sea, respetad sus gustos y su expresión de género, eso es lo más importante.
No hay juguetes de niños y juguetes de niñas, los juguetes son de todas las personas. No hay una forma correcta de comportarse como un niño o como una niña, la forma correcta es la expresión con la que cada uno nace.
Intentar corregir o cambiar la expresión o identidad de género de vuestros hijos e hijas lo único que conlleva es sufrimiento porque no hay nada que modifique ni su expresión ni su identidad.
«Con solo cambiar la mirada que la sociedad tiene ante la diversidad, la realidad de muchas personas, que son niños, adultos, adolescentes, que conforman la humanidad entera, cambiará”.
África Pastor Espuch es escritora, coach y mentoring. Durante los últimos cinco años, ha dedicado sus esfuerzos para cambiar la visión que tiene todavía una gran parte de la sociedad sobre la transexualidad.
En 2014 presentó la Fundación Daniela y la campaña #DerechoASer. Defiende el hecho de que no hay una sola forma o una manera correcta de existir, de ser o de amar.
En El libro de Daniela denuncia el vergonzoso silencio que existe en la realidad de los niños transgéneros. Lucha para que la educación que se le da a los niños sea una educación veraz, libre de estereotipos y condicionamientos sociales, para que de verdad puedan ser y vivir libres.
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