«La infancia es única y debe ser cuidada y respetada por todos, ya que marcará el futuro del niño y su forma de ver el mundo”.
Alejandra Melús es maestra de Educación Especial y experta en Atención Temprana e Intervención Psicomotriz y trabaja con niños de cero a seis años realizando sesiones individualizadas de tratamientos especializados.
Podéis seguirla en su blog Atención Temprana y Estimulación
Los niños no son marionetas
Desde hace tiempo cada vez está más presente el hecho de tener en cuenta las emociones y los sentimientos del niño a la hora de educarle. Esto mismo está suponiendo un cambio muy positivo en todo el plano educacional, ya que no sólo se contempla que los niños adquieran objetivos sin más, sino que se tiene en cuenta el CÓMO los adquiere, que bajo mi punto de vista es lo más importante.
Casi cualquier objetivo que propongamos a un niño va a ser fácilmente alcanzable debido a su plasticidad cerebral y a su capacidad de absorción de nuevas habilidades, pero el modo en que lo adquiere va a determinar su éxito, su carácter ante el objetivo, su manera de verlo y realizarlo, y su actitud ante la vida y los nuevos propósitos.
Es aquí donde el papel del adulto es determinante y la empatía va a ser la base para todo ello.
Para aquellos que me conozcáis sabéis que no me canso de hablar de esta palabra, empatía; de todo su significado y lo que incluye y de lo importante que es este valor a la hora de relacionarnos en sociedad.
Si queremos inculcar ciertos valores, lo mejor es ponernos como modelo y dar ejemplo. Por el hecho de ser adultos no significa que estemos a otro nivel diferente al del niño, y mucho menos en un plano superior a él.
Este es el error que se ha venido cometiendo desde hace años y años y lo que nos ha llevado a ejercer una autoridad excesiva sobre los niños contemplándolos como meras marionetas de la sociedad adulta, sin tener en cuenta sus necesidades, sus emociones, sus sentimientos, sus gustos y los beneficios de una educación diferente, ajustada a ellos y a la individualidad de cada uno.
Los niños no son marionetas del adulto y os voy a dar razones muy convincentes, motivos por los cuales debemos tratar a los niños como lo que son: personas. Personas pequeñas, que no tienen las mismas responsabilidades o no son conscientes de muchos aspectos de la vida, pero que deben aprender a ser adultos con valores. Valores que debemos potenciar desde pequeños:
– La responsabilidad: ser responsable no se aprende en un día. Y si les damos todo hecho desde pequeños, sin que piensen por sí mismos, ni valoren los pros y los contras de sus actos, no aprenderán a ser responsables. Si les dejamos participar en las tareas del día a día, las labores de casa, si aprenden a tener responsabilidades, serán consecuentes y adquirirán este valor.
Es más sencillo y rápido para el adulto hacer muchas de las tareas sin tener en cuenta al niño y cuando son más mayores y queremos pedirles que sean responsables es demasiado tarde para ponernos en marcha. Por esto debemos potenciarlo desde pequeños, con esfuerzo y constancia.
– La autonomía: al dar voz y voto a los niños fomentamos su autonomía. Les ayudamos a tener sus propias ideas y a ser libres a la hora de expresarlas. Además potencia que sepan desenvolverse por sí mismos y se atrevan a realizar tareas sin ayuda ni miedo a ser reñidos ante el fracaso.
– Ser consecuentes ante sus actos: si pueden escoger, saben que sus decisiones tienen una consecuencia y ésta la deben afrontar. No son marionetas que van y vienen ante las decisiones de los demás, sino que aprenden a tener criterio de elección y a saber lo que supone escoger una u otra opción. Un valor muy importante en la vida, ¿no creéis?
– Aumentar la capacidad de toma decisiones: desde pequeños podemos enseñarles a escoger entre una preselección del adulto, es decir, le podemos hacer decidir entre merendar pera, manzana o plátano, o si quieren llevar camiseta roja, azul o blanca. Estaremos involucrándole en las decisiones de su día a día, lo cual le hará sentirse responsable, parte del grupo, autónomo, capaz de razonar y elegir.
– Estaremos ayudando a conformar su personalidad: cuántas veces escuchamos que los adolescentes no tienen personalidad y se dejan influenciar por el grupo, que siguen a la masa y no saben escoger. Si trabajamos esto desde la infancia, quizás ganemos mucho en los siguientes pasos del desarrollo. El adulto no se forma en dos días y es fruto de las vivencias de cada etapa. Para ello, dejar al niño hablar, expresarse, mostrar y comunicar lo que piensa de lo que sucede, es básico y estaremos dándole voz y un papel en la familia, sin ser menos o más que los demás miembros. Aprenderá a tener carácter y a mostrar diferentes aspectos de sí mismo dependiendo de la situación en la que se encuentre.
– La importancia de sentirse parte del grupo: el niño no es menos. Simplemente no es consciente de los mismos aspectos que el adulto, pero esto no quiere decir que no deba participar de las decisiones o de los planes de la familia. Es muy positivo que preguntemos al niño qué quiere hacer, siempre que sea posible. Si quiere comer o no algo, ya que aunque deba comer de todo, puede haber distintas opciones, como al ir a un restaurante por ejemplo, o si quiere ir o no al baño, si quiere que le limpiemos o limpiarse solo, si tiene o no frío, etc. Tendemos a pensar y hacer por él y luego queremos que sean niños autónomos, independientes, responsables y participativos, pero que sepan lo que está bien en todo caso. Y esto es casi imposible.
Si no les dejamos escoger, pensar o decidir, y de este modo equivocarse y ser consecuentes de sus decisiones, no podemos pedir que tengan esos valores.
– No hablar del niño delante de éste: si estamos tratando temas del niño o situaciones que han acontecido hace un rato y queremos contárselas a alguien, trataremos de hacerlo cuando el peque no esté delante; ya que el niño tiene orejas y oye, algo que parece no quedarle claro a todo el mundo, y esto no ayuda a que tomemos al niño en cuenta como un miembro del equipo. Igual que no nos gusta que cuenten nuestras intimidades a todo el mundo, haremos lo mismo con las de los niños. Dando así un modelo ejemplar al peque, que imitará lo mismo.
– La confianza: confiar en sus capacidades y habilidades es darles alas para crecer; es un valor que sirve para alentarles, motivarles y darles impulso a seguir creciendo cada día. Creerles capaz de algo, le ayuda a serlo.
– El desarrollo emocional del niño empieza a tenerse más en cuenta a la hora de educar a los peques, ya que cada vez hay más información sobre cómo trabajar las emociones como os contaba aquí, pero a la hora de la verdad, pocos piensan en las emociones del niño en la rutina diaria. A veces que el niño exprese sus emociones sigue sin gustar. Y este aspecto es verdaderamente importante. Debemos hablar de emociones, expresarlas y empatizar entre todos.
Ver la vida a través de los ojos del niño es lo que nos pone más en su piel y nos ayuda a creer en la importancia de los valores que debemos inculcarle.
Yo siempre realizo la misma pregunta: si en vez de un niño estuviéramos hablando de un adulto, ¿le tratarías del mismo modo? ¿Emplearías los gritos para relacionarte? ¿Le mandarías sin tener en cuenta su opinión? ¿Actuarías de la misma manera? ¿Le darías todo hecho sin pensar en lo que él quiere? ¿Te darían igual sus inquietudes o gustos? Si la respuesta a algún de estas preguntas es no, algo tenemos que empezar a cambiar en la relación entre adultos y niños, porque los niños NO son marionetas.
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