El tema de la respiración nasal es un tema más importante de lo que pensamos. En nuestro día a día vemos como ciertos niños o adultos respiran por la boca constantemente, suelen ser respiradores orales. Son muchos factores los que entran en juego para acabar respirando por la boca: resfriados, obstrucciones, malformaciones estructurales, entre otros.
¿Qué pasa cuando respiramos constantemente por la boca?
Nuestras cavidades nasales tienen la función de filtrar el aire, calentarlo y humedecerlo. Cuando respiramos habitualmente por la boca, las estructuras que forman nuestra garganta (faringe, laringe) tienden a estar más secas y desprotegidas, ya que están revestidas de mucosa que necesita estar bien hidratada y a una temperatura regulada. Por lo tanto, solemos encontrar más alteraciones de la voz en niños y adultos que respiran por la boca, entre muchas otras patologías.
También, y sobre todo durante la infancia, el flujo de aire que pasa por la nariz o por la boca va a dar información a nuestro cuerpo. Las estructuras craneo-faciales y cervicales y la musculatura que las articula van a desarrollarse según la utilidad que tienen para nosotros. Es decir, si el aire pasa habitualmente por la nariz, va a necesitar espacio, por lo tanto las cavidades nasales cogerán el espacio que necesitan, empujando las estructuras del techo de la boca (paladar). Además tendremos más espacio entre la faringe y la parte posterior de la lengua, la mandíbula se desarrollará para darle espacio a nuestra lengua, y ésta podrá ayudar a estructurar los dientes en la cavidad oral si su función es adecuada, entre otros.
Cuando respiramos por la boca el cuerpo recibe otra información. Por esas razones, los respiradores orales suelen presentar más alteraciones en el desarrollo de esas estructuras, más alteraciones posturales, y más descompensaciones de grupos musculares que intervienen en la respiración, alimentación, articulación y en la voz.
¿Qué podemos hacer para no respirar por la boca?
1. La mejor solución es siempre la prevención: evitar obstrucciones con una buena higiene nasal diaria. Enseñarles a sonarse (una narina y después la otra) y lavados con suero fisiológico.
Pero cuidado, no realizar lavados nasales en bebés tumbados de lado, ya que por la posición de las trompas de Eustaquio (más cortas, estrechas y horizontales) podemos mandar moco y suero hasta el oído medio y favorecer la aparición de otitis seromucosas, muy comunes en la infancia y perjudiciales para el desarrollo y adquisición del lenguaje. Mejor realizar esos lavados sentados en su silleta, colocados con la cabeza controlada, recta o ligeramente hacia delante. El bebé tragará el suero, es normal.
Los niños desde pequeños pueden incluirlo en su rutina. Además, les permitirá tener mayor consciencia de su nariz.
2. Cuando ya haya un patrón instaurado de respiración oral, pedir consejo profesional para instaurar un patrón de respiración nasal, y cuanto antes mejor para evitar descompensaciones. El logopeda es el profesional indicado para ese tipo de dificultades, siempre en relación y consonancia con el médico de cabecera, ORL, odontopediatra, fisioterapeuta, y demás profesionales que puedan ayudar a entender qué le pasa a nuestro hijo según su caso, así poder ayudarle y evitar que desarrolle problemas más complicados de solucionar cuando sea mayor.
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