En tan solo unos días llega el verano y con él las ansiadas vacaciones escolares, que tanta falta hacen a nuestros pequeños y tan necesarias son. Salir de la rutina y aprovechar estos meses estivales es esencial para reponer energías y desconectar de los hábitos diarios, que llevan a cabo durante muchos meses.
No hace falta pensar en grandes planes o hacer esfuerzos desmesurados, tan sólo es necesario pensar en aquello que más les gusta hacer a nuestros hijos y que durante el año es más costoso satisfacer, por la falta de tiempo y la rueda en la que estamos inmersos durante todo el curso con obligaciones, tareas y rutinas.
Flexibilizar horarios
Por ejemplo, quizás tengamos más facilidad en permitir que se acuesten algo más tarde y así poder pasar más tiempo juntos, cenando fuera de casa o viendo una película o jugando a algún juego de mesa antes de irse a dormir.
Romper con los horarios rígidos también puede aplicarse al hecho de despertarse más tarde, sin marcar una rutina cerrada y estricta a la hora de amanecer cada mañana.
Más actividades al aire libre y en grupo
Quizás también sea positivo favorecer aspectos como el deporte y el movimiento, algo más limitado en el invierno debido a los horarios o las condiciones temporales. Practicar algo de natación en la piscina del barrio, jugar al fútbol al aire libre en el parque o realizar una gymkhana entre los amigos del vecindario, puede ser una buena opción a última hora de la tarde, cuando el sol ya no está en sus horas más altas.
Con esto estaremos potenciando las relaciones sociales, el juego en equipo, la psicomotricidad, las destrezas a nivel motor, ganando agilidad, coordinación, fuerza y precisión en sus movimientos, además de mejorando las relaciones entre iguales.
Nutrir el cuerpo y la mente
A través de experiencias culturales, como una buena lectura, una visita a la biblioteca del barrio o al museo que más nos apetezca descubrir, puede ser una ventana de oportunidades donde conocer nuevos intereses o inquietudes. Aprender de manera didáctica y directa es muy enriquecedor y favorece la atención y los aprendizajes significativos.
Disfrutar de la naturaleza
Sin hacer uso de otros elementos, puede ser una opción muy sencilla y realmente económica. Solo necesitamos hacer una escapada al campo, a la montaña o a la playa más cercana, y disfrutar del paisaje, sumergiéndonos en la naturaleza de pleno, descubriendo todo lo que nos puede ofrecer de manera tan rica y valiosa.
El juego con elementos naturales como piedras, hojas, arena, agua o ramas, valorar lo inmenso que es el mundo que nos rodea, disfrutar con los sentidos pudiendo ver, oír, oler o tocar en estos espacios tan espectaculares, descubrir animales, vegetación, nuevos nombres o conceptos, y todo acompañados de la familia, sin un horario estricto o cerrado.
Potenciar los sentidos
Disfrutar con mayor intensidad del día a día, por ejemplo favoreciendo la integración de nuevos alimentos, permitiendo probar, saborear y descubrir con todos el cuerpo comidas, olores, texturas y alimentos para estimular todos los sentidos.
El verano puede ser una buena oportunidad para introducir nuevos sabores, ofrecer los alimentos característicos de la zona donde veraneemos o dedicar más tiempo a la alimentación, inculcando buenos hábitos que se instauren para el resto del año.
Jugar con elementos naturales y cotidianos
Al jugar con texturas diferentes se potencia la integración sensorial, por ejemplo, al ayudar en la cocina, manipulando agua, arroz, harina, pan rallado, legumbres o sal, jugando con arena, piedras, arcilla, plastilina, pintura o algodón.
Esto potenciará la integración sensorial, de los sentidos, a través de la experimentación, sintiendo y descubriendo, haciéndoles sentir y percibir nuevos estímulos. Además cooperarán dentro de las tareas del hogar, sintiéndose más autónomos, competentes, capaces dentro de su entorno familiar. Estas actividades les ofrecen grandes aprendizajes que se convierten en hábitos funcionales en su día a día.
Dedicar más tiempo al juego
También al desarrollo emocional, al disfrute y a la conexión familiar. El día a día o la rutina a veces nos hacen perder el sentido de lo realmente necesario e importante, y nos llevan a la monotonía pura de acciones y obligaciones, olvidándonos de aquello que nos hace vibrar, como son los ratos de juego, las risas, los juegos de interacción recíproca como las cosquillas, el pilla- pilla o el corro de la patata.
Actividades sencillas como cantar canciones juntos, disfrutar de un paseo o compartir un rato de lectura, pueden hacer que nuestro verano sea completamente inolvidable y suponga una desconexión y una re-conexión con la familia, con nuestras hijas e hijos, con los valores, las emociones y los sentimientos de los que más nos importan.
Dedicar tiempo en vacaciones a lo importante debe ser la base para continuar practicándolo el resto del año.
«La infancia es única y debe ser cuidada y respetada por todos, ya que marcará el futuro del niño y su forma de ver el mundo”.
Alejandra Melús es maestra de Educación Especial y experta en Atención Temprana e Intervención Psicomotriz y trabaja con niños de cero a seis años realizando sesiones individualizadas de tratamientos especializados.
Podéis seguirla en su blog Atención Temprana y Estimulación
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[…] te cuento en este post, salirse de la rutina puede ser algo muy beneficioso para nuestros hijos e incluso para nosotros […]