«Trabajo delante de un Pc,por lo que algunos me confunden con el informático y cada vez que se estropea la cafetera me llaman. Me inicié en esto de los hijos en un despiste de mi sentido común, la última vez que los conté eran dos y aunque hay días que creo que son sobrinos de Drácula, en el fondo nos queremos y tenemos nuestras cosillas»
.Así se describe Fernando, sin duda uno de los papás blogueros más divertidos de la blogosfera y uno de los propulsores de la plataforma Papás blogueros desde done, entre otras cosas, luchan por una conciliación real.
Podéis seguirle en su blog Las historias de papá lobo
Perdone, ¿sabe usted si para la conciliación voy bien por aquí?
Conciliación, que palabra tan bonita. Según la RAE, esa señora que está todo el día corrigiéndonos pero que al final termina admitiendo todo tipo de palabros poligoneros, nos dice: Acción de conciliar o conciliarse. Eso suena a noche divertida, ¿se acuerdan de esas noches?
Otra de sus acepciones sería la correspondiente al Derecho, que consiste en un medio alternativo para solucionar conflictos, a través del cual las partes resuelven directamente un litigio con la intervención o colaboración de un tercero (a cambio de dejarnos la cartera bastante más ligera que cuando entramos). Esta acepción es conocida, generalmente de oídas, por gran parte de la población.
Pero existe otra acepción de esta bonita palabra, mucho más bella que las anteriores…bueno, quizás no tan bella como la primera, o no, no sé…creo que me he liado, ¿por dónde iba? Ah, por la última acepción de la palabra “conciliación” : conciliación laboral y familiar oh, sí. Todos tenemos más o menos claro lo que significa; Nosotros le pedimos al jefe que nos adapte el horario para poder recoger a nuestros hijos del colegio, o para llevarlos, o simplemente para poder verles despiertos media hora al día y nuestro jefe nos dice que en su vida ha oído hablar de la señora conciliación esa y que volvamos al trabajo que él tiene mucho sentido del humor, pero no conviene abusar. Y es que por desgracia esa es la situación diaria de muchos trabajadores en este país (y alguno del extranjero, pero de ellos hablaremos en mi segundo libro próximamente).
Son muchas las excusas puestas por los empresarios para descafeinar su significado, incluso en muchos casos, y para desgracia del resto de compañeros, son consensuadas por algunos de los trabajadores porque parece que en este país a los únicos que nos interesa conciliar es a los padres y a las madres.
Bien, pues la conciliación no es exclusiva de trabajadores con hijos, no vamos a negar que seamos de los que más necesiten de este tipo de medidas (algunas incluso más que el comer), que poder conciliar nos quitaría muchas noches de insomnio que nos mantendría más concentrados en el trabajo y por tanto nuestro rendimiento y predisposición a comernos un marrón (hablemos en plata) sería mucho mayor.
No es una batalla de madres para poder compaginar su vida como madre y como profesional, ese interminable encaje de bolillos al que muchas mujeres se enfrentan día si y día también, en el momento en que deciden ser madres sin renunciar a aquello por lo que llevan años luchando, que les gusta o para lo que se han estado preparando desde siempre. No, la conciliación de la vida laboral y familiar también nos mira a nosotros, los hombres, porque conciliar es también una responsabilidad frente a los nuestros , a nuestra familia, el poder dedicarles tiempo y esfuerzo, desprenderse de ese rol de proveedor único y luchar por un sistema más justo, uno permita no tener que elegir entre nuestra faceta profesional y la de padres o madres.
Pero es que todo esto también se puede aplicar a quien no tiene hijos, desde el divorciado cuarentón, pasando por el becario imberbe o la jefa de proyecto que siempre va con prisa y con más tareas en la agenda que un chaval de sexto de primaria. ¡Todos ganamos con la conciliación!
¿Es que a nadie le gusta salir a las seis del trabajo o a la hora que le corresponda y no una, dos o tres horas más tarde? ¿O poder ir a un concierto pudiéndose duchar tranquilamente antes o simplemente poder tener tiempo para uno mismo sin tener que sacrificar horas de sueño o tener que ir corriendo de un lado a otro? ¿Quién no quiere tener sus días de descanso cuando lo hacen todos, para poder disfrutar de unas horas con los amigos?
La conciliación no es una batalla de padres y madres por sus hijos, es una batalla de hombres y mujeres por su derecho a disfrutar de su tiempo y emplearlo en lo que les salga de las narices. ¿A vosotros qué os parece?
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