«La infancia es única y debe ser cuidada y respetada por todos, ya que marcará el futuro del niño y su forma de ver el mundo”.
Alejandra Melús es maestra de Educación Especial y experta en Atención Temprana e Intervención Psicomotriz y trabaja con niños de cero a seis años realizando sesiones individualizadas de tratamientos especializados.
Podéis seguirla en su blog Atención Temprana y Estimulación
La importancia de las emociones
Cuando hablamos de infancia, hay temas generales que preocupan a todos, como que los peques se desplacen, se comuniquen, coman, duerman o se comporten adecuadamente.
Hasta no hace mucho, la mayor parte de los autores centrados en infancia (pediatras, psicólogos, neuropediatras…) hablaban del desarrollo evolutivo del niño, centrándose sobre todo en estudios cerebrales, neuronales (desarrollo cognitivo), del desarrollo del lenguaje, desarrollo motor y en las habilidades sociales de autonomía del niño.
El desarrollo emocional era contemplado como algo secundario y, por lo tanto, menos importante que el desarrollo del resto de áreas en el niño.
En los últimos años se ha comenzado a dar gran importancia a este campo, haciéndolo cada vez más visible y apareciendo cada día más autores que mencionan las emociones y lo sentimientos como algo esencial en el desarrollo del niño.
Tanto es así, que para algunos profesionales está convirtiéndose en la base del desarrollo infanto-juvenil, ya que se parte de las emociones y de los sentimientos del niño para desarrollar, formar y trabajar en el resto de áreas.
El funcionamiento del cerebro y la expresión de sentimientos es realmente complejo de estudiar y hasta el momento sólo sabemos muy poco de todo ello, pero el cambio ha sido realmente significativo y esto nos dice que vamos en la línea adecuada.
Los niños ya no son masas moldeables al antojo del adulto sino que se contemplan sus emociones y sentimientos para adquirir sus enseñanzas y avanzar en su desarrollo.
El llanto del niño no es un antojo de éste, como os conté en este post. Las rabietas, la expresión de afecto (besos, abrazos), sus temores, la risa o la timidez se deben a diferentes emociones que el peque siente y debe aprender a comunicarselas al resto, ya que son sentimientos nuevos y emociones que debe aprender a canalizar adecuadamente.
Para ello quiero mostraros diferentes materiales para empezar a comprender las emociones juntos, ya que será un aprendizaje conjunto, donde nosotros aprenderemos a conocer las emociones del niño y él aprenderá a manifestarlas con herramientas útiles y funcionales, a ponerles nombre y a expresarlas de manera adecuada.
1- Los cuentos. Aparte de ser un material perfecto para todos los peques, por lo que la lectura inculca en sí, puede servirnos para transmitir todo tipo de valores al niño, ya que la temática es muy amplia y si las elecciones son buenas, harán que el peque se sienta atraído e interesado por su contenido y lo integre casi sin darse cuenta.
Algunas propuestas son:
– “Las emociones de Nacho”: (a partir de dos años), un cuento sencillo para los más peques, donde observamos cómo se siente Nacho según se dan diferentes situaciones. Es muy gráfico y podemos emplearlo ante una rabieta, un disgusto o una alegría.
– “El monstruo de colores”: (desde los 2 o 3 años), con él podéis ayudar al peque a identificar emociones básicas y a clasificarlas, haciendo que comprenda mejor cómo se siente. Aquí tenéis más información y ejemplos de cómo usarlo.
“Emocionario, di lo que sientes”: (a partir de 3-4 años), un clásico que puede emplearse tanto en peques como en adolescentes o adultos, ya que es un diccionario lleno de emociones, que van desde aquellas más básicas hasta las más abstractas. Muy buena herramienta con gran cantidad de posibilidades como podéis ver aquí.
“La ovejita que vino a cenar”, “Te quiero (casi siempre)” o “Elmer”: (a partir de tres años), tres libros muy conocidos que hablan de la empatía, la autoestima o la inclusión, valores esenciales desde la infancia. Con ilustraciones preciosas y un trasfondo único. Podéis ver cómo trabajar con ellos pinchando en cada título.
– “Laberinto del alma”: (desde los 3-4 años), un título lleno de sentimientos, donde la autora nos habla de diferentes emociones y nos las transmite tanto en palabras como en ilustraciones. Un cuento que sirve tanto para peques como para más mayores, incluso para adultos.
2- Juegos en grupo:
– La oca de las emociones: podemos dibujar una oca con 20 casillas con diferentes emociones, podéis sacar las imágenes de aquí, y pegarlas haciendo una oca. Según vayamos cayendo en la casilla que el dado nos marque, tendremos que representar la emoción correspondiente, con nuestra cara, nuestra voz, nuestro cuerpo, etc. De este modo aprenderemos a identificar y expresar adecuadamente nuestras emociones.
– Las marionetas: jugaremos a realizar representaciones de teatro sencillas o historias cotidianas donde cada personaje tenga un papel y represente una emoción.
– Caras de imanes: este juguete se encuentra en la mayor parte de jugueterías y podemos jugar a identificar emociones según la expresión facial del personaje, según sus ojos, su boca, sus cejas o su disfraz, y de igual modo, podemos jugar a copiarlas frente al espejo.
– Realizar juegos que potencien el juego simbólico, donde tenemos que representar el papel de un oficio, meternos en el papel de otro personaje (jugar a los papás y los bebés, representar animales, etc.)
– Imitar a los miembros de la familia o a personajes conocidos: jugar a que adivinemos a quien estamos imitando de nuestra familia, un dibujo animado, un animal, tratando de copiar su comportamiento, sus expresiones, sus muecas, sus gestos…
*En esta página podéis encontrar actividades realmente útiles con uso de fotos y pictogramas, algo realmente funcional, gráfico y visual para los más peques. Os recomiendo que le dediquéis un rato y veáis su contenido.
Con todos estos juegos aprenderemos a reconocer e identificar emociones, a expresarlas de forma adecuada y a canalizar nuestras emociones, sabiendo ponerles nombre y haciendo que el peque se sienta más seguro, tranquilo y ajustado a sus vivencias.
Además es muy importante que enseñemos a los niños a ponerse en el lugar del otro, haciendo que comprendan las emociones de los demás, dándoles pautas de cómo empatizar, de cómo comprender lo que sienten aquellos a los que rodea, cómo halagar, consolar, agradar, proteger o compartir con su entorno.
El ejemplo es la mejor herramienta para que el niño pueda adquirir aprendizajes de manera sencilla y casi sin darse cuenta.
Las emociones son la base del ser humano y lo que realmente recordamos cada vez que volvemos a un recuerdo del pasado.
Por eso son tan importantes desde que nacemos y debemos valorarlas como tal.
Un niño emocionalmente sano, maduro y seguro, será un adulto empático, comprensivo y cercano a las emociones de su entorno.
Lo que nosotros como adultos hagamos por la infancia de nuestros peques, será recompensado con su desarrollo y su crecimiento personal.
Y tú, ¿das valor a las emociones de tus peques? ¿Crees que son tan importantes como se dice? ¿Observas en tus hijos dificultades a la hora de expresar sus sentimientos adecuadamente?
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